lunes, 22 de agosto de 2011

Estocolmo: Stadshuset, Gamla Stan, Palacio Real y Catedral

Durante el vuelo de ida hacia Estocolmo, se sentó a nuestro lado una chica de Barcelona que trabajaba a las afueras de la capital sueca pero que viajaba cada semana a España para pasar unos días en su casa. Llevaba ya unos años en esta situación por lo que conocía bien a los suecos y sus costumbres, así que cuando iniciamos una conversación pronto apareció el tema en cuestión así como otros tópicos más. Nos dijo que el carácter de los suecos era seco, pero eran muy educados; que te invitaban a conocer su casa pero al día siguiente se limitan a un saludo formal. Supongo que el carácter lo moldea, en parte, el clima nórdico. En nuestra experiencia durante el viaje, la mayoría de la gente fue amable y correcta. Otra de las peculiaridades de los suecos es lo bien que hablan inglés. Prácticamente todos son bilingües. Casualmente estaban emitiendo hace unos días un programa de Jamie Olivier en el Canal Cocina en el que había ido a Estocolmo y me hizo mucha gracia cuando dijo que hablaban inglés mejor que él. El tercer tópico del que hablamos era lo caro que estaba todo. Pero no sé si es que nos habían metido el miedo en el cuerpo, o que también vivimos en una ciudad cara, pues no nos lo pareció tanto. Por poner solo un ejemplo (que hubieron más) hubo un día que fuimos a comer a un bufé libre bastante bueno por 100 coronas (que al cambio son unos 11 €), nos pusimos las botas, eso sí, bebimos agua corriente, que en Estocolmo está muy rica.
Centrándonos en nuestro tercer día de estancia en la capital sueca, fuimos a ver el ayuntamiento, el "stadshuset". Llegamos muy pronto, aún sabiendo que la primera visita guiada en español era a las diez, pero, como somos muy precavidos, preferimos esperar 40 minutos a que luego todo se nos atrase. Aprovechamos también para sacar la entrada de la torre, sabiendo que la visita al ayuntamiento duraría unos 45 minutos la cogimos para las 11:15 h.
Otro tópico más sobre los suecos es que son muy organizados. Sin embargo, pudimos comprobar que tampoco en este sentido son perfectos. No entiendo porqué tienen programada para las 10 h seis visitas guiadas en otros tantos idiomas y todas empiezan a la vez. Yo oía más al de inglés que a la chica de español. Menos mal que era el de inglés y no el de ruso el que nos seguía. La visita al ayuntamiento es otra de esas visitas casi obligadas. Durante el recorrido te explican muchas anécdotas, por ejemplo, que la sala en la que tiene lugar el banquete de la entrega de los Nobel se llama la Sala Azul, pero no tiene nada de azul dado que al arquitecto le gustó como quedó con el ladrillo vista. Que imita a una plaza italiana del norte, pero que no la pudieron dejar abierta (por razones climáticas obvias), aunque el techo tiene en sus laterales unas entradas de luz para que parezca una plaza abierta, y por la noche proyectan un cielo estrellado. Que todos los materiales con los que se hizo provienen de Suecia. Que la escalera tiene los escalones a la distancia y medida justa para que las mujeres con traje de noche puedan descender sin problemas. Que en el banquete de los Nobel está tan lleno que la gente apenas tiene sitio para comer.


Luego se sube por la escalera para visitar otras salas, pero en ellas la interferencia de idiomas me impidió quedarme con tantos detalles. La última que se visita, la sala dorada, donde tiene lugar el baile de los Nobel, es también muy curiosa. Está decorada con 10 millones de pedazos de pan de oro. Pero volvemos a ver, en este espacio, que los suecos son humanos pues existen varios errores de diseño. En uno de los lados los personajes que tocan el techo tienen la cabeza cortada debido a un error de cálculo al no tener en cuenta que el mosaico iba a empezar por encima de los bancos. El artista, Einar Forsteh, se disculpó diciendo que de todos modos aquel fue el destino del descabezado.


En el otro lado una enorme mujer destaca en la sala, es la reina del lago Mälaren. Su aspecto no agradó a la gente, pero el arquitecto, Ragnar Östberg, no quiso que la quitaran. Una vez más el artista tuvo que dar explicaciones. Su aspecto era ese ya que debía mediar entre oriente y occidente, de allí todo el simbolismo del que se impregnaba, incluidas las serpientes que parecía tener en la cabeza o esos enormes ojos que todo lo vigilaban, por no hablar de los gigantescos pies y manos.


Otras salas de interés son la del concejo del ayuntamiento, con su techo en forma de barco invertido, y la galería del príncipe Eugenio, donde pintó la ciudad él mismo en un fresco para que los que estuvieran en esa orientación vieran lo mismo que los que miraban hacia las ventanas (creo que salieron ganando éstos últimos). Podéis ver algunas fotos más en: Fotos del stadshuset.
Al acabar la visita guiada fuimos hacia la entrada de la torre. Mientras esperábamos nos recreamos con las magníficas vistas de y desde los jardines. Pero pronto nos pusimos a la cola, para ser de los primeros en coger el ascensor que sube hasta el primer nivel, donde se encuentra el museo de la torre, para luego completar el ascenso a través de rampas y escalones. Las vistas desde lo alto son espectaculares, sobre todo la visión que se tiene de Gamla Stan.


Entre que subes, te estás 20 o 25 minutos viendo el paisaje (no dejan más tiempo) y desciendes, se pasa una hora larga. Solo bajar nos dirigimos precisamente hacia el casco antiguo de Estocolmo. Entramos por el primer puente que podéis ver en la foto, no es el más bonito, pero es que ya empezaba a llover y por suerte encontramos rápido el único restaurante vegetariano de Gamla Stan, el Hermitage. Se trataba de un bufé libre, en el que los primeros platos estaban muy buenos, pero los segundos eran un poco flojos. No es éste el restaurante al que he hecho referencia antes, pero el precio es el mismo. Los que trabajaban allí fueron muy amables con nosotros, sin embargo el restaurante es pequeño y se llena mucho, por lo que nos tocó comer en mitad del paso y estuvimos un poco incómodos. Fuera seguía lloviendo, así que paseamos un poco en busca de un lugar donde tomar un capuccino. Como no dejaba de llover, cuando llegamos a la plaza Stortorget, nos metimos en el museo Nobel, como creo que hacían muchos otros por el simple hecho de no mojarse. El museo se sitúa en el edificio en cuya primera planta se halla la Academia Sueca. En su interior pueden verse multitud de objetos donados que hacen referencia a los diferentes galardonados. Actualmente también puede contemplarse una exposición interactiva en la que buscar información de todos los premiados. Como el día no tenía pinta de mejorar, en cuanto al clima, incluso nos cayó una tromba mientras paseábamos por las callejuelas, nos volvimos a cobijar en un café precioso situado en el que pienso es el rincón más bonito de Estocolmo. Allí me tomé las pastas de canela que tanto me gustaron.



Un sitio muy agradable al que volvimos en otra ocasión. La placita no pudimos fotografiarla bien de lo que llovía, pero la veréis en otras entradas, sobre todo cuando fuimos de noche. Ver más fotos de Gamla Stan.
Finalmente acabamos en el Palacio Real, entramos porque con la Stockholm Card no teníamos que pagar y porque solo quedaba una hora para que cerraran, pero tampoco es que los palacios nos atraigan mucho. Por ese motivo no lo vimos entero, por ejemplo, no vimos el tesoro, pero ya tuvimos suficiente dorado. Ver más fotos del Palacio Real.


Al salir el día ya estaba mejorando, pero teníamos la Catedral demasiado cerca por lo que volvimos a meternos bajo techo. La Storkyrkan de estilo gótico tardío contiene en su interior numerosas piezas de arte de diferentes épocas, de las que destacan la enorme escultura de San Jorge y el Dragón.


Aunque a mí particularmente me llamó la atención un cuadro a la salida, se trata de la representación de un fenómeno luminoso que acaeció sobre la ciudad de Estocolmo el 20 de abril de 1535. En el cielo aparecieron seis cercos luminosos con crepitantes imágenes del sol. El cuadro que se exhibe, denominado Parhelio, no es el original, si no una copia de 1630. Ver más fotos de la Catedral.


Tras salir de Storkyrkan poco más podíamos hacer. Paseamos un rato y como había sido un día tan completo y agotador por culpa de la lluvia, nos dirigimos hacia el hotel, pero antes, y como ocurría en el cuadro de la Catedral, pudimos ver algún que otro fenómeno luminoso.

Sol convertido en luna. Día en noche.


Para acabar el día fuimos a cenar a un restaurante indio próximo al hotel, la comida volvió a estar bien y cuantiosa.



Continuará...

4 comentarios:

  1. Recuerdo perfectamente la enorme sala del Ayuntamiento y los mosaicos dorados, pero no subimos a la torre porque hacía un día horrible y llovía. La Catedral también me gustó muchísimo por dentro, con la bola de velas y el barco (me fascinan las iglesias con barcos).
    Sigue poniendo los álbunes de flickr que por lo menos yo me los veo todos!
    Besos.

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  2. Hola Guacimara. A nosotros nos vino de poco, pues a nada de bajar de la torre se puso a llover, y no sé si dejan subir si está lloviendo. Nosotros siempre que visitamos cualquier ciudad buscamos sitios desde los que se pueda ver desde las alturas. En Estocolmo habían más sitios, pero finalmente solo subimos a éste. En cuanto al barco, al que le hice una foto pero quedó a contraluz y no se veía muy bien, me recordó a Santa Mª del Mar.
    Me alegro que me digas lo del Flickr, pues pensamos que era la manera de poner más fotos y verlas más cómodamente, pero por otro lado da más trabajo así que si como mínimo las ves tu ya ha valido la pena.
    Besos

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  3. Yo tengo una buenísima amiga sueca y es organizadíiiisima, una pasada.

    La 4ª foto me ha dejado embelesada...

    Besos

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  4. Hola Elvira, sí, por eso nos extrañó ver que hubieran puesto para la misma hora a 6 idiomas y los hicieran pasar a todos a la vez. Alguna explicación debe tener. Como por ejemplo que así no están constantemente los turistas deambulando por las salas.
    Supongo que te refieres a la de Gamla Stan desde la torre. Realmente las vistas eran muy buenas. Valió la pena subir.
    Besos

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