lunes, 14 de mayo de 2012

Último día en París

En realidad todavía nos quedaba otro día en París, pero solo nos daría tiempo de ir al aeropuerto, así que había que aprovechar nuestra última jornada completa en la capital francesa.
Prometí no hacer una entrada llena de tópicos, pero lo primero que hicimos el lunes fue dirigirnos a los campos de Marte a hacernos la obligatoria foto de grupo como recuerdo de nuestro viaje.



Reflejos de la lluvia de los últimos días


Monumento por la paz en el campo del dios de la guerra

Al llegar bajo la torre pudimos ver las enormes colas de aquellos que pretendían subir hasta lo más alto de la estructura. Posiblemente pasarían horas antes de que lo consiguieran. Nosotros preferimos pasar de largo hasta llegar al Sena donde embarcamos en los Bateaux-Mouches en el pont de l'Alma.




Una forma diferente de ver la ciudad que, después de una jornada tan agotadora como la del día anterior, nos servía para descansar un rato.



Al acabar la travesía dispusimos de dos horas para hacer lo que quisiéramos y por mi parte decidí aprovechar para ir a comprar unos macarons que me había encargado Ángeles. Fauchon era la tienda escogida y se encontraba en la plaza de la Madeleine.





La tienda desprende glamour rosa por todos los rincones. Una vez cumplido el encargo, no perdí más tiempo pues la hora de comer se acercaba y habíamos quedado en un restaurante muy especial para celebrar nuestro 10º aniversario y entregarnos los regalos literarios que habíamos preparado previamente. El restaurante era Le Procope. Se trata de uno de los más famosos y el más antiguo café-restaurante de París. Un siciliano lo fundó en 1686 para introducir el café en la sociedad parisina.



Por tradición es un café-restaurante de artistas e intelectuales. Voltaire y Rousseau lo frecuentaban.  Diderot concibió entre sus paredes su Encyclopédie y Benjamin Franklin, la Constitución de los Estados Unidos. El Club de los Cordeliers, que aquí se reunió, con Danton y Marat como figuras principales, constituyó también un foco revolucionario. El gorro frigio se exhibió en el Procope por primera vez, y de aquí partió también la consigna para el ataque a las Tullerías (10 de agosto de 1792).



La Carta del restaurante

La mesa que usaba Voltaire sirvió de altar votivo temporal de sus cenizas y de los ataúdes de Louis Michel le Peletier de Saint-Fargeau y Jean-Paul Marat camino al Panteón. Allá donde dirigieras la mirada observabas algún elemento decorativo que te transportaba en el tiempo. Pero nuestro propósito era comer y cuando leí la carta mis presentimientos se hicieron realidad: apenas habían platos vegetarianos. ¿Qué tuve que pedir? Efectivamente, ensalada y quesos.







Sorbete de postre

Con lo bien que habíamos comido e incluso lo bien que nos habían tratado hasta ese momento, no sé porqué todo cambió a partir de los cafés. Para empezar no nos trajeron lo que habíamos pedido y nos dejaron la cuenta junto con los cafés (parece que en Francia no es raro que así lo hagan). Como teníamos pensado entregarnos los regalos durante el café, empezaron a ponernos muy mala cara cuando vieron que prolongábamos la sobremesa. Me supo muy mal que algo que llevábamos tanto tiempo preparando no nos lo dejaran disfrutar como era debido. Incluso nos habían dejado de traer alguno de los cafés que, sin embargo, sí que se reflejaban en la cuenta. Una pena que en un sitio en el que se presupone un trato excelente acaben tratándote con desprecio.

Tras acabar de leernos todos y cada uno de los regalos nos retiramos de Le Procope y paseamos por el barrio, entrando en la cercana iglesia de Saint-Germain-des-Prés, considerada como el edificio religioso más antiguo de París.









También pasamos frente a varios cafés frecuentados por escritores. Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir tenían mesa fija en el café de Flore y atrajeron allí a buena parte del movimiento existencialista naciente. Curiosamente, durante la ocupación nazi los militares alemanes no frecuentaban el Flore. Sartre escribió al respecto "Durante cuatro años, los caminos del Flore fueron para mí los caminos de la libertad".




Atravesamos el barrio latino hasta llegar otra vez a la ribera del Sena. Por el recorrido pudimos ver muchos escaparates originales, pero también descubrimos algunas sorpresas, como algunos graffitis o mosaicos de Space Invader. A continuación muestro las recopilaciones de ambas expresiones artísticas que encontré por toda la ciudad.



¿Dónde está Wally? Calle con el nombre del expresidente Sarkozy.
El último graffiti ¿sabéis qué es?




Señales tuneadas

Puestos a desvelar curiosidades, al pasar por la facultad de medicina, observé en su fachada, en uno de los numerosos medallones que lo decoraban, que una de las prácticas que históricamente se habían considerado como médicas era el exorcismo:




Finalmente llegamos a la Shakespeare and Company. Librería independiente que sirve al mismo tiempo como librería y biblioteca especializada en literatura anglosajona. El primer piso sirve también como refugio para los viajeros, conocidos como "tumbleweeds", albergados a cambio de algunas horas de trabajo en la librería cada día.






Y yo me quejo de que mi casa está llena de libros.





A esas alturas del día empezábamos ya a desfallecer por lo que, de camino a la plaza des Vosgues, decidimos ir a tomar algo a un bar. Lo increíble fue descubrir que en la barra el camarero demostraba sus habilidades con los envases de licores.




Desgraciadamente la lluvia volvió a acompañarnos en nuestro recorrido (y yo que me había dejado el paraguas en el hotel), por lo que la preciosa plaza des Vosgues no lucía como de costumbre. Por tercera vez en el día, esta plaza se considera la más antigua de París (1612) ya que se encuentra en el barrio medieval del Marais. Entre las arcadas de la plaza vivieron entre otros Victor Hugo, Théophile Gautier o Alphonse Daudet. Actualmente está recorrida por numerosas salas de arte.



De allí nos acercamos al centro Georges Pompidou ya que cerraban a las 11 de la noche y podía verse una exposición muy interesante de Henri Matisse: "Parejas y series", es decir, variaciones sobre un mismo tema. Una exposición que dificilmente se volverá a ver reunida.







A esas horas de la noche, resultaba curioso ver tan vacío el centro Pompidou.  De regreso al hotel nuestro cansancio reflejaba la certeza de que nuestro viaje había llegado a su fin, pero..."que nos quiten lo bailao". Antes de llegar a Barcelona ya nos estábamos planteando dónde iríamos en nuestro próximo aniversario.

9 comentarios:

  1. Buen recorrido por París,muy aprovechado ese ultimo, y nada nada tópico. Fotos muy chulas-Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Johnny. Pues sí la verdad es que cuando empecé otra vez a poner todo lo que habíamos hecho me di cuenta que una vez más no habíamos parado. Y en cuanto a lo de no poner tópicos más que nada era porque como ya más o menos todo el mundo sabe cosas de París, intentar aportar algo nuevo.
      Gracias una vez más por lo de las fotos, viniendo de ti es un buen halago.
      Un abrazo

      Eliminar
  2. Con la fama de Le Procope (¿estoy equivocada o fue allí desde donde se introdujeron los helados en París?) me han parecido muy rancios. Soy poco de comer bien pero en la última vez que estuve en París comimos en el restaurante del Museo de Orsay (recomendado para la próxima) y fueron muy amables con nosotras... Me apunto los lugares que no conocía, la exposición de Matisse y sobre todo, para la próxima vez, pasarme por Shakespeare & Co a ver si me quieren de tumbleweed :)
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues no conozco ese detalle de los helados, pero no me extrañaría, pues es un restaurante cargado de historia. Lo de rancios ¿te refieres a los helados o a ellos? Si es a los helados estaban muy buenos (eran sorbetes), como el resto de la comida (en eso hay que dar al César lo que es del César), si te refieres a ellos, fueron muy amables y educados hasta que llegó la hora del café. Que pena. Igual si hubiéramos explicado nuestras intenciones de entrada y cual era el propósito de nuestra celebración...pero eso tampoco justifica que nos pusieran tan mala cara (y eso solo el camarero que nos sirvió).
      En cuanto al Orsay, como siempre hay tanta gente y los museos suelen tener fama de caros, no nos lo llegamos ni a plantear.
      Lo de Matisse fue muy interesante y lo de Shakespeare & Co tu especialmente no te lo puedes perder.
      Besos

      Eliminar
    2. Sí, en el museo de Orsay son caros, solo nos pudimos permitir plato único (eramos estudiantes) pero el rincón es inmejorable.
      Y con lo de rancios, me refería a los camareros, sí. Un detalle así puede deslucir toda una comida.

      Eliminar
  3. La de cosas que os da para hacer en un día!
    Me encanta París! gracias por estos paseos que compartes con nosotros.
    Un beso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti Neus. Pues sí, yo me sorprendí también de lo que habíamos llegado a hacer cada día. No me extraña que cuando llegaba al hotel me sentía derrotado. Me echaba a la cama y me parecía la cama más confortable del mundo.
      Besos

      Eliminar
  4. Casi me pierdo esta entrada por culpa del dichoso internet que no me dejaba abrir tu blog. Por fin veo que el problema se ha solucionado.
    Me han gustado muchísimo todas las fotos!!! Y me alegro que el viaje fuera tan bien!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Marta bueno a veces pasa que le cuesta entrar y no acaba de arrancar pero las entradas no te las pierdes porque siempre estarán ahí.
      Muchas gracias por tus palabras y efectivamente el viaje fue muy bien.
      Besos

      Eliminar